Bajo nuestro,
todo el universo empieza a arder . . .

9 de junio de 2011

La guarda recuerdos

Hubo una tarde que me acosté contra ella. Ella. Que tanto me dolía, que me había hecho pasar tantos dolores de cabeza, que me había ya desbordado de ideas, que no eran sólo agua, eran camalotes, arena, cosas que arrastra la corriente, todo lo verde que trae el rio.
Me acosté con la guitarra al lado, y mi guitarra hacía de adorno. Hacía de una especie de entretenimiento pasajero para no pensar, para tener ocupados los dedos en otro lugar que no fuera la cabeza. Escaparse sutilmente, en un juego de sonoridades inconclusas, en esas tardes de agosto, que el sol ni siquiera puede hacernos de cobija, porque abunda el frío y se implora mate.
Me acosté, y casi que no la conocía. Y en ese vagabundear de dedos furtivos, se me ocurrió empezar a hablarle, a hacerle preguntas.
Y ella primero, miró para todos lados, entre sus imperfecciones, buscando uno a saber que exactamente. ¿Por qué ante una interrogación buscaremos siempre, mirar más allá de nuestro horizonte, inclinar y poner en posición a mentón de analizar las estrellas?
Y entonces, timidamente, me empezó a contar.
Por ahi se le escapaba algún que otro movimiento de incomodidad, yo sentía que me ocultaba algo.
Y desde que llegué, porque, ¿vos sabes no? que soy nueva por éstos lados. Ah sabías, si me imaginé que sabías, supongo que te habrá contado. Bueno, desde que empezó a usarme, me fui acomodando, lentamente, a su peso, a su olor, a sus movimientos. Cosas de rutina, para cuadrúpedos de mi tipo. Vos entenderás. Había noches que se movía tanto que no me dejaba tranquila. Que que incómoda que sos me decía, que dura. Que la de antes era mejor.
Y eso ya me lo habian dicho mis colegas, que lo iba a escuchar, y que no sufriera. Pero claro, al principio como novata que era, lloraba todas las noches porque no me quería. O eso parecía. Me usaba, noche tras noche, alguna que otra tarde. Tomaba mates, comía galletitas o tomaba chocolatada. Hubo un día, que no hacía tanto calor, pero se le dio por un helado, y me manchó un poquito. Nunca me voy a olvidar de esa sensación de frío líquido y dulce.
Lo que si disfrutaba bastante, es cuando agarraba esa guitarra que tenes ahora entre tus manos. No me pongas carita de "ya lo sé". Ya se que ya sabes, pero igualmente te lo tengo que contar.
Obvio que se de vos, querida. ¿Qué te pensas que la tierra no siguió girando mientras no estuviste? Siguió girando, sin vos acá, pero igualmente, recibí siempre tus noticias. A través de el por supuesto.
Si, tenes razón, discúlpame. Tengo que bajar un poco el tonito, ya lo sé. Es que lo vi llorar bastante cuando no estabas. Lo escuché cantarte, y lo vi hablarte. Y en general siempre fue encima mio, como te podrás imaginar. Si. Ya sé que lo podes visualizar perfectamente, posición de indiecito como un nene chiquito esperando que le toque el turno para ir al pelotero. Ya sé.
¿Qué como se que te llamas Aurelia? Porque un día lo dijo, entre sueños. Me acuerdo clarito, que lo escuché y me quede pensando.¿Quién será?
Ahora que te conozco, debo confesar que no te imaginaba así. Y como si no, y ... un poco más aniñada, menos mujer, otra contextura, otro cuerpo. Los ojos si, se los vi en sus ojos alguna vez. Mientras me ordenaba, y me limpiaba, divagaba y aparecían tus ojos, y yo sabía, que debían ser así. Tal cual me los imagine. Bah, tal cual los he visto.
Pero ya, ya se lo que estas buscando saber. Si, una noche no estuvo sólo. Una noche, apareció una muchacha, que nunca le había aparecido por ningún lado. La trajo, la hizo suya encima mio.
No, no. No llorés. Que vos les salís de entre los poros, y a esta flaca, no la trato como un trámite, porque los trámites se hacen en un banco, y no encima mio. No encima de mi, cama.
Se me pego el flaca de el, como a vos se te pegó la manía esa absurda de jugar con la guitarra, de querer imitarle el movimiento de los dedos. Perdona, a veces hablo de más. Ya se que lo extrañás. Pero en un rato viene.
No, no, llorés. Cuando llegan se acuestan. Si si, acá encima mio. Yo voy a tratar de estar un poquito menos tensa, más relajada. Y les voy a dar abrigo. Porque, si, ¡es invierno mujer!
Y si, ya que de todas formas, frío no van a pasar.