Bajo nuestro,
todo el universo empieza a arder . . .

7 de septiembre de 2010

Al principe de musgo


Tu nombre que no vuelve si no lo llamo,
tu alma que no espera,
que no está detrás de esa puerta
donde la busco en cada paso.
Tu alma que me sonríe, triste en la distancia
que me canta en las más bellas horas
las no horas,
aquellas en que ya no somos,
ni cuerpo, ni polvo, ni estrellas.
Que ya nos miramos, y no hay más simbolos
que expresen el infinito,
tu pupila, tu iris
en mi entreceja,
tus dedos entre mi pelo
tu piel desbaratandose, lenta
en la mia.

Como no encontrarte, entre el musgo
la hierba,
no hay otro lugar al que no se correspondan
tus huesos,
porque si no es alli,
el no lugar de tu mente,
¿donde ha de ser?
Consumidas tus manos
no resumen los dibujos,
garabatos de tu voz
girones de tu lengua.
Ya
has de encontrarme,
como una niña sonriendo,
en un portillo interno,
un rincon oscuro,
donde con una vela
espero impaciente
El dia que me raptes,
lejos me lleves
a volvar entre tus cometas.